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VITALINA VARELA : LA PARTICULARIDAD DE PEDRO COSTA

  • Diego Zea
  • 16 dic 2019
  • 3 Min. de lectura

Hace aproximadamente 25 años, Pedro Costa adquirió una cámara digital y comenzó a filmar la sórdida realidad que lo rodeaba : La marginalidad del barrio de Fontainhas, suburbio de Lisboa en constante destrucción. Y es que en este espacio es donde ha desarrollado sus más memorables obras : Huesos (1997) , En el cuarto de Vanda ( 2000), Juventud en Marcha (2006) y Cavalo Dinheiro ( 2014).


Costa tiene la particularidad de cabalgar holgadamente entre los cada vez más confusos límites de la ficción y el documental; Rafael Elias Carrión hace referencia a el como un “antropólogo visual” , y es que Costa se zambulle en su entorno, se camufla en las paredes y entiende a raíz de lo que observa durante la convivencia. Pedro filma a las personas viviendo sus vidas. Para realizar En el cuarto de Vanda, el director pasó alrededor de dos años filmando con una cámara Dv, sumergido en ese espacio, para terminar con alrededor de 130 horas de material.

Nobuhiro Suwa, habla de esta forma particular de filmar (hablando específicamente de “En el cuarto de Vanda”) de Costa frente al modelo “convencional “ de rodaje :


“ Hay un potente sistema a la hora de rodar un film, cualquier comportamiento puede estremecer al sobrecogido sistema. A Vanda no se le hubiera permitido comportarse como ella hubiera querido. Ni era el Cineasta, ni era la materia. Pedro había elegido filmar volviendo al tiempo de la vida humana, un tiempo que no está puntuado por el número de días disponibles para la producción, del comienzo del rodaje al final”. (Nobuhiro Suwa. (2013). Cámara Lúcida. Blog Intermedio)


Es así el cine de Costa, valiente, obsesivo y rupturista, que se sostiene sobre extensos planos secuencia fijos que oprimen los espacios. Un autor que evita caer en el miserabilismo a pesar de constantemente trabajar con la pobreza, además muestra siempre a sus personajes con sus vicios y virtudes. Visibiliza aquello que es invisible en el Cine.

Resulta extraño que escriba esta pequeña retrospectiva para hablar de Vitalina Varela, pero el cine de Costa también se construye en base al pasado. En particular su más reciente película parte como una subtrama de Cavalo Dinheiro.


Vitalina Varela, es una mujer de 55 años procedente de Cabo Verde que llega a Lisboa tres días después de celebrar el funeral de su marido, que tiempo atrás emigró. Ha estado esperando ese momento durante más de 25 años.

Los pies descalzos descendiendo del avión en Lisboa, entre ellos gotea algo, no sabemos si son lágrimas o sudor. Vitalina se detiene frente a las trabajadoras de limpieza, una de ellas le menciona “No tienes ya nada aquí, retorna a tu tierra”, la protagonista lo ignora, pese a su deplorable estado avanza lentamente, pero con firmeza hasta sumergirse en la oscuridad que acompañará todo el metraje.


La forma en como se construye la historia a través de marcados claro-oscuros, todo dentro del hogar del difunto esposo de Vitalina se encuentra sin luz, así como ella se encuentra sin esperanza. Ventura cuestiona la existencia de los sacerdotes en lugares despoblados de toda fe también nos hace reflexionar en la necesaria existencia de un ser divino.


La migración masiva de Cabo Verde hacia Lisboa, donde muchos esperan encontrar mejores condiciones, pero inevitablemente se terminan topando con una ciudad incapaz de absorberlos y terminar en iguales o peores condiciones que en su lugar de origen. Pero ellos resisten pese a todo, y es esa resistencia la que captura con sobriedad, Pedro Costa. Probablemente, en su completa particularidad, la película del año.



 
 
 

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