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"La Revolución y la Tierra": Cine y Reivindicación

  • Adrián Huamán Araujo
  • 7 oct 2019
  • 4 Min. de lectura

Un documental que va más allá de discutir el legado del General Juan Velasco Alvarado.

Cuando tenía doce años o cerca, mi nombre iba a ser anunciado por la radio: había leído una novela, la había adaptado para un programa que adoraba y el público de cada semana debía saber el nombre del ¿dramaturgo? a cargo de la adaptación. Recuerdo que hice un pedido al director y el sábado, hacia el final de los créditos, mi familia escuchó el “Adaptación de…” Pero el nombre que salió del altavoz era mío solo a medias: “Fernando Araujo”. Porque no me gustaba ser Adrián Huamán. Hasta mi Facebook me presentaba entonces como Adrián H Araujo. ¿Por qué? Hoy no estoy seguro. Quizás me avergonzaba, en aquellos días, de haber llegado a ser nerd nivel “adapto novelas clásicas a la radio”. Pero se me hace más lógico haber creído (en completa ignorancia y baja autoestima) que no había escritor, “de renombre” al menos, con un apellido tan local, tan andino. Tan peruano. Mi papá se puso triste y así empecé a entender lo que acababa de hacer, la negación que hacía de una parte indispensable de mí mismo. Nunca dejé de firmar con mis dos apellidos desde entonces.


...pero podría ser España en el siglo XVIII. (Captura: Tráiler Oficial)


Esa historia me golpeteó la cabeza después de mucho tras ver “La Revolución y la Tierra”, el último proyecto de no ficción de Gonzalo Benavente Secco, director de “Rocanrol ‘68” (2013) y “Largo Tiempo” (2018), documental sobre el regreso del Perú al Mundial de fútbol. Como director, Gonzalo se ha interesado por narrativas que dialoguen sobre la identidad nacional, sobre todo por aquellas que escapan de la llamada “historia oficial”. “El Perú cuenta con muchas películas inspiradas en la época del Terrorismo, lo cual ha permitido que podamos discutir al respecto. Sin embargo, aunque se haya hablado mucho de la Reforma Agraria en espacios académicos, tal vez no es un tema que haya trascendido mucho a proyectos culturales de este tipo, a que personas que ven cine un sábado en la noche puedan hacerse preguntas importantes para entender el Perú de hoy y las problemáticas que seguimos arrastrando”, comenta Benavente.


El documental, aunque tenga como centro el debate sobre el legado del General Juan Velasco Alvarado, el militar que le hizo golpe de estado a Fernando Belaúnde (un golpe de verdad, no como “el de Vizcarra”), es además un diálogo potente sobre la identidad andina, el menosprecio al que ha estado sujeta y la búsqueda de reivindicación social e inclusión en un contexto en que el estatus, el dinero y el poder son obsesión. Un documento visual que nos recuerda que las luchas ciudadanas están en constante renovación, y nuestra relación con la tierra y sus riquezas, nuestra obsesión con explotar todo aquello que consideramos “nuestro” por ser animales “superiores”. Y que, finalmente, reivindica la misma historia del cine en el Perú: damos por hecho que nuestra industria fílmica “recién está creciendo”, pero no sabemos que el 70% de películas filmadas en nuestro país hasta 1990 se han perdido. Películas que, como cualquiera, son registro de una época, de un espacio y su gente; que nunca podremos conocer ni referenciar en nuestra nueva búsqueda de una identidad, hoy que parece imposible volver a ofrecer las confianzas ciegas de antaño y una renovación de nuestros esquemas parece más urgente que nunca. Más aún si nuestro imaginario está lleno de referentes que ni siquiera son nuestros: “Hay gente que tiene muy clara la situación de los esclavos en el sur de los Estados Unidos. Hemos visto esas películas, conocemos esas imágenes, pero tal vez no tenemos tan claras imágenes del Perú de esos años. Lamentablemente, vivimos en un país de memoria frágil y las memorias no están al alcance”, acota el director.



Toma de drone de la vieja Hacienda Huando, uno de los personajes del documental.

Pero proyectos como “La Revolución y la Tierra” hacen posible que las memorias se recuperen, que las imágenes nos hablen por sí mismas, que nos haga reconocer que el final, más que una derrota es un reto a futuro. Después de observar parte de mi pasado, el que menos conozco, veo qué poco conozco todavía, cómo se ha mantenido el lado más católico, el más citadino y modoso; cómo muchas veces he dejado de lado el punto de vista campesino, de tierra y comunidad. A través de entrevistas con múltiples puntos de vista, clips de películas peruanas poco conocidas y documentos audiovisuales del ciclo pasado, "La Revolución y la Tierra" propone un espacio de conocimiento y debate para personas que tal vez están acostumbradas a "una sola verdad", a quienes solo aprendieron de la "catástrofe económica y política" de la Reforma Agraria, pero no pensaron en lo que significó para la vida social de nuestro país. Y las personas en secundaria ya tienen el cerebro para discutir las consecuencias de su herencia nacional. ¿Por qué mantener nuestra idea idealizada del Perú? ¿Por qué preferir lo mítico? ¿Por qué seguir endurando las leyendas de nuestra República y nuestros héroes? ¿Acaso no hay historias más allá?


Hoy en día, en pleno 2019, en un momento en que todo pasa tan rápido y al mismo tiempo, parece difícil recordar que seguimos tejiendo una Historia con nuestras acciones. Que la mejor manera de entender nuestro presente es también revisar eventos y cuestionar “verdades” que se nos han pasado desde hace no más de 50 años.


"La Revolución y la Tierra" estrena este jueves 10 de octubre en cines alrededor del país. Y sugerimos caer la primera semana para darle vida en cartelera.



 
 
 

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