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"Judith": Heroína de Sí Misma

  • Adrián Huamán Araujo
  • 8 sept 2019
  • 3 Min. de lectura

Judith es un personaje del Antiguo Testamento, un librito apócrifo que solo es incluido en la tradición católica y ortodoxa, ya que (quizás) molestaba que una mujer le quitara el monopolio a sacerdotes y doctores hebreos de la fe. Es una de las pocas historias en las que este Dios se manifiesta a través de la mano de una mujer: diez páginas de Biblia, en la que se narra el asedio de su pueblo y cómo ella se interna sin miedo en el campamento enemigo para decapitar al general a cargo. Básicamente: Dios usó a Judith como una herramienta para que su pueblo no sucumbiera. Sin embargo, como el mismo programa de mano virtual dice, la audiencia no debería esperar una adaptación, sino algo que “es parte de la vida misma”, el montaje del texto de un dramaturgo francés llamado Jean Giraudoux, quien en 1931 quiso discutir más allá de lo evidente en la historia de esta viuda adinerada y valiente. Y por supuesto, esos ecos se mantienen hasta hoy en día.


Póster oficial de La Maldita Compañía, grupo a cargo del montaje.

Un golpe de tormenta. Susurros buscando un nombre. Luego, gritos que claman por la misma persona: a Judith la buscan porque es deseo directo del general enemigo Holofernes: a cambio de librar al pueblo de la furia de su ejército, ha pedido poseer a la mujer más bella que puedan ofrecer. Los sacerdotes, por supuesto, quieren cumplir ese deseo. Han observado de cerca a todas las mujeres y para todos es obvia la elección. Pero Judith no es la mujer pura y sumisa que ellos esperarían. La de Romina López (porque el protagónico lo encarna una actriz diferente del elenco en cada función) es una mujer de fe, pero astuta, coqueta, que se niega a convertirse en la heroína de nadie. Encara con inteligencia y escepticismo a cada hombre que argumenta que su belleza y su pureza (su virginidad, en realidad) son la única esperanza que queda. Sobre todo, porque, como Judith menciona, mientras su patria sigue siendo burlada, los gloriosos generales a cargo del poder han sido vencidos y no tienen la valentía de aceptarlo (¿suena familiar?).


Así empieza el montaje de “Judith” en el Teatro Ricardo Blume. Escena tras escena, se nos revela una historia que, entre otras cosas, cuestiona el papel que ciertas sociedades llenas de fe imponen en las mujeres. Mujeres que deben ser obedientes al llamado de las profecías, que deben ofrecer sin chistar su cuerpo a un hombre que nunca han conocido, que son vistas con desprecio si aspiran a su propia autonomía. Es también una reivindicación de aquellas que han decidido actuar por su cuenta, movidas por el conocimiento de sí mismas y de su propio cuerpo. Es la muestra del orgullo ciego que suele acompañar a todo tipo de creyente (de religión, de política, de fútbol) y cómo nos aferramos a creer un mito en vez de comprender las múltiples aristas de la verdad. Es preguntarse “¿cómo se mata a otro?” como la protagonista. Y, hacia el final, preguntarse también cuán libre es uno realmente y cuán poco poder tiene el individuo contra el clamor general, contra una leyenda que se escribirá con el nombre de alguien que nunca quiso ser ideal de nadie. Porque, hoy más que nunca, los ideales parecen una fachada para enceguecer a las masas y aprovecharse de su ilusión para cimentar poder. Judith no quiere ser eso que los sacerdotes exigen: prefiere ser la sucia mujer que disfrutó de Holofernes y lo mató por amor.


Romina López como Judith (Foto: Facebook La Maldita Compañía)

La Maldita Compañía es el grupo teatral a cargo de este montaje: un grupo de jóvenes artistas escénicos de no más de treinta años, quienes se organizan y trabajan para presentar montajes que muevan al público a cuestionarse ideas recónditas y ser honestos con su reacción. Esta historia sobre una heroína de sí misma es solo su segundo montaje (el primero, “La Disputa”, fue una obra de corte futurista donde se discutía la naturaleza humana y el valor de las diferencias en nuestra especie). Motiva mucho ver este tipo de iniciativas naciendo de gente tan joven, actores y actrices que reconocen el poder comunitario, confrontacional del teatro y entregan toda su presencia y emoción en el escenario (detrás de él, también). Solo queda a los espectadores limeños seguir de cerca los futuros proyectos de este grupo humano, con la curiosidad por saber qué otros temas los interpelan, los hacen cuestionarse, y cómo podrán compartir esos descubrimientos con cada rostro nuestro sobre la butaca.


"Judith" tiene dos funciones más (martes 10 y miércoles 11 de setiembre) en el Teatro Ricardo Blume (Jirón Huiracocha 2160, Jesús María) y las entradas están a la venta en Atrápalo. Si puedes y te interesó, ¿por qué no?


 
 
 

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