DobleCara: "Chernobyl"
- itineranteweb
- 30 sept 2019
- 5 Min. de lectura
En esta edición vespertina de DobleCara, te compartimos la última miniserie en llevarse el premio máximo en los Emmys 2019. "Chernobyl" es una potente historia sobre la explosión de la Planta de Energía Nuclear Chernobyl, en la Unión Soviética en el año 1986, la mayor catástrofe nuclear de la Historia. Una historia con una rica propuesta: una fotografía tóxica y claustrofóbica, un diseño sonoro preciso para enriquecer los puntos de vista, un diseño de producción admirable (qué tal maquillaje el de las víctimas de la radiación) y tremendas actuaciones de Jared Harris, Stellan Skarsgard y Emily Watson. Y que, además, cuenta con personajes que parecen sacados de la política peruana.

A continuación, nuestras impresiones:
Chernobyl: Una Deuda con la Verdad
Por Diego Zea
Cinco episodios que demuestran no solo un trabajo de gran calidad, como el de un orfebre que recompone el pasado, sino también un esmerado respeto por la historia. Aunque claro, de alguna forma resulta ser una mirada norteamericana de un evento catastrófico de su eterna “rival”, la URSS de antaño y la Rusia de hoy. Aún así, Chérnobyl resulta ser un increíble híbrido entre documental y película de alto voltaje que se levanta como una gran crítica social frente a todos esos regímenes totalitarios mudos y sordos frente a la verdad, a los que les importaba más cuidar la imagen exterior que salvar miles de vidas inocentes de la catástrofe.

El 26 de abril de 1986 a la 1:23 de la noche, el reactor 4 de la estación nuclear de Chernobyl en Prypiat explotaba durante un fatídica prueba de seguridad. Ante esta situación, la URSS decidió contratar al cientifico Valery Legasov y al presidente del Congreso de Ministros Boris Shcherbina para intentar solucionar el desastre. Mientras los procesos para acabar con la radiación tienen lugar, Legasov y Shcherbina ayudados por Uliana Khomyuk investigan que ocurrió realmente con el fin de destapar la verdad que la URSS estaba ocultando.

Es curioso como los rusos de la época se parecen a los mandatarios peruanos de hoy: ineptos, soberbios y corruptos. Y como a sabiendas del resultado final, sientes rabia de que la incompetencia y la falta de profesionalidad sumara un peldaño más hacia el descenso al infierno y la tragedia. Porque en Chernobyl los hombres se condenan a sí mismos y nadie se acuerda de hablar de los héroes, de los que lucharon contra el totalitarismo de un sistema que quiso silenciar sus propios errores con el peso de la esperanza y la fe ciega. Y es que cuando la catástrofe se desata solo queremos encontrar un culpable. Alguien que nos dé una explicación racional frente a lo irracional. Aunque ya sepamos el porqué. A pesar de que siempre lo hayamos sabido. La catástrofe somos nosotros mismos. La solución también.
Chernobyl: El choque entre política y verdad
Por Adrián Huamán Araujo
“Chernobyl” pudo haber sido una serie llena de caos, violencia y explosiones. Una narración épica y grandilocuente de la mayor catástrofe mundial a manos de los hombres, sobre “los peligros del poder nuclear” o “la creciente incapacidad de la Unión Soviética”. Pero el creador y guionista Craig Mazin (quien pasó de ser coguionista de dos “Scary Movies” a ganar dos Emmy por escribir y producir los cinco capítulos de esta miniserie), inspirado en el libro de testimonios “Voces de Chernóbil” de la Nobel bielorrusa Svetlana Alexiévich, vio la historia más grande: “la lección es que la mentira, la arrogancia y la supresión de la crítica son peligrosas” fue lo que twitteó en abril respondiendo un comentario sobre las posibilidades de la energía nuclear. El siguiente dato no es spoiler: esta historia empieza con los momentos previos al suicidio de nuestro protagonista, Valeri Legásov, cuya pregunta crucial es “¿cuál es el costo de las mentiras?”. Antes de colgarse, deja seis casettes con su versión de la historia grabada. A partir de este evento, regresamos un par de años en el tiempo, al momento previo a la explosión de la planta nuclear. Y la percibimos por primera vez como la vieron los habitantes de Prypiat, la ciudad más cercana a la planta, tras la ventana de un bombero y su esposa. Desde el primer momento, el cataclismo se percibe a través de las perspectivas de los afectados: una intimidad única que te acerca a los ojos de los bomberos, las esposas, los soldados, los mineros, los empleados de la planta y del hospital, los científicos y científicas cuyo verdadero antagonista nunca fue la explosión, sino la manía humana (política, en realidad) de mentir para hacerle tapadera a los errores.

En verdad es un dolor de cabeza cuando el Gobierno aparece y pretende “establecer orden”, sentados con tanta calma a una mesa. Uno pensaría que los paralelos entre Perú y esta Rusia ficcionalizada no pueden ser tantos, pero basta con que leas estas frases de diálogo para comprender que nuestra clase política (y nosotros mismos, por lo tanto) se parece mucho a los ineptos a cargo de la catástrofe: “lo negarán, claro, siempre lo hacen”, “eso son alarmismos, histerias, conjeturas”, “prefiero mi opinión a la suya”, “que no se esparza falsa información”. Hay quien exige “enfócate en tu trabajo y déjale los problemas del Estado al Estado”. Pero si el Estado (o tu Congreso) ha probado repetidas veces su incapacidad, ¿por qué creer? ¿Por qué callarse las dudas?
En el universo de esta serie, hay hombres que se toman acción y otros (casi todos) que solo atinan a pasarse la pelota de un lado a otro. En esta jerarquía, el superior siempre tiene la fe ciega y el respeto obligatorio del subordinado, pero es incapaz (como, por ejemplo, en el caso de Diátlov, el enervante bigote a cargo del experimento fallido) de hacerse cargo de su responsabilidad y de la terrible verdad. Y no sorprende que sea el jefe de los mineros, un hombre de pueblo y de trabajo en mitad de la oscuridad, el personaje con más decisión para enfrentarse a la actitud secretista de los burócratas, pensando siempre en lo mejor para los hombres que trabajan a su cargo. La escena en que cada uno de ellos mancha con carbón el impecable terno del Ministro es una de mis favoritas.

Podría seguir contando más, pero mejor si te dejas llevar por las cinco horas de este excelente trabajo audiovisual (a mi parecer, superior narrativamente a la última temporada de “Juego de Tronos”, ganadora del Emmy a “Mejor Serie Dramática” con amplias comillas) y llegas al final como nos pasó a muchos: sorprendido, indignado, incapaz de comprender cómo pueden dormir las autoridades que no quieren hacerse cargo de sus errores y cómo siempre parecen salirse con la suya; pero también pensando en el costo de nuestra carrera de poder sobre la Tierra, en la vida perdida para siempre entre radiación e incompetencia política. A estas alturas, se comprende que la verdad pura y dura no existe: siempre se construye en base a subjetividades superpuestas. Pero, ¿qué pasa cuando las subjetividades ignoran por completo los hechos, las acciones reales que personas reales cometieron o dejaron pasar? ¿En qué momento nos volvemos incapaces de aceptar los hechos? ¿Un gobierno poderoso necesita vivir a punta de mentiras para perpetrar su gloria y su honor? ¿Qué hace tan difícil la convivencia entre política y verdad?
Recuerda que puedes pedirnos por inbox o DM el link de descarga. Como es una miniserie de 5 capítulos, tenemos solo el primer episodio para compartir, pero podemos hacerte llegar los demás si quieres terminar de verla.
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