"BoJack Horseman" T6: Ser Compasivo con Uno Mismo
- Adrián Huamán Araujo
- 29 ene 2020
- 5 Min. de lectura

Estrenada en 2014 via Netflix, “BoJack Horseman” es una de las mejores series que conozco. El recurso de la animación (usualmente asumida “para niños”) le permite jugar y encontrar humor en este universo bizarro y muy ingenioso en que humanos y animales comparten similares características antropomórficas; pero también le ha permitido explorar la subjetividad de los recuerdos, de trastornos como la depresión, la ansiedad y hasta de estados mentales alterados por las drogas. Se atreve a tomar riesgos extremos, como proponer un capítulo en que no se use diálogo en absoluto (el hermoso y submarino “Fish Out of Water”, T3 E4) u otro basado solo en un discurso del protagonista ante el ataúd de su madre (el duro monólogo de “Free Churro”, T5 E6). Narrativamente también es ingeniosa: explora las historias personales de sus personajes con calma, humor crudo y referencias hollywoodenses, sin tenerle miedo a revelar sus más profundos miedos o sus secretos más dolorosos. En el mundo de BoJack Horseman, el alcohol (como las pastillas, el trabajo, la autocompasión o el optimismo vacío) no es más que una vía de escape para evitar el choque contra una realidad matizada, impredecible; una que poco se parece a la luminosa (y absurda) idea de realidad moldeada por la industria del entretenimiento para todo su público: todos los problemas se vuelven malentendidos, resueltos siempre entre risas enlatadas, máximo en 22 minutos, previo a los créditos finales, como en cualquier comedia estadounidense de situación. Mientras nos esforzamos tanto en pretender o explotarnos para lograr esa supuesta plenitud, olvidamos que lo único que podemos hacer realmente para empezar a ser felices es dejar de evadir nuestros errores, replantear nuestras decisiones, las historias que creemos de nosotros mismos. Y que no se puede hacer nada por otra persona si uno no empieza siendo honesto y amable consigo mismo.

Cuando esta historia empezó hace casi seis años, el protagonista era un arquetípico actor decadente de Hollywood (antes que este lugar ficticio perdiera su D): famoso, millonario, egoísta, borracho, propenso a hacerle daño a las personas a su alrededor y a sí mismo. Junto a él, conocimos a la trabajólica Princess Carolyn, la insegura Diane, al eternamente optimista Mr. Peanutbutter o al maravilloso Todd, mientras el caballo recorría los picos de la fama, la soledad, los excesos y los golpes que lo fueron obligando a encarar viejas heridas de su pasado. Con cada nueva temporada, BoJack no solo revivió sus años y conflictos como superestrella de sitcom noventero (“Horsin' Around” huele mucho a la serie “Tres por Tres” o “Full House”), sino también sus dolorosos días de infancia y una historia familiar decorada con lobotomías, alcoholismo y resentimiento. La quinta temporada terminó con la cancelación de su famosa serie "Philbert" junto a Gina Cazador (actriz y amante a quien atacó en un momento de pastillas y descontrol), así como con su ingreso, apoyado por su mejor amiga y biógrafa Diane, en una clínica de rehabilitación.

La primera parte de la temporada final de esta magnífica serie animada nos recibe ahí, en la clínica Pastiches, donde “no hay precio para la vida en sobriedad” pero cobran 100 mil dólares por ingresar. Mientras nuestro protagonista lidia con su adicción al alcohol y los recuerdos de su compañera Sarah Lynn (la niña estrella con quien protagonizó "Horsin' Around", muerta de una sobredosis a su lado hacia el final de la tercera temporada), los otros personajes centrales también atraviesan sus propios viajes personales: Princess Carolyn busca el balance entre su ajetreada vida laboral y su nuevo rol como madre adoptiva de una bebé puercoespín; Diane se enfrenta a la indiferencia de un sistema egoísta mientras lidia con una nueva relación y su aparente depresión; Todd debe adaptarse a su nueva vida de niñero y se reencuentra con su padre adoptivo por un coma en que ha caído su madre; y Mr. Peanutbutter se vuelve incapaz de ignorar con buena actitud su remordimiento por haberle mentido y sacado la vuelta a su prometida.
Si antes se dio espacio a polémicas como el #TimesUp (el movimiento contra los casos de acoso sexual en Hollywood, en respuesta al mediático caso del productor Harvey Weinstein), esta sexta temporada presenta, por ejemplo, una huelga de asistentes personales en Hollywoo (lo único que piden es que sus jefes no los traten como basura; “si los respetamos, ¿contra quién deberíamos dirigir nuestros problemas de ira?”, responde un famoso director tortuga), la absurda transformación de Mr. Peanutbutter en “el rostro nacional de la depresión” o el maratónico crecimiento del rico conglomerado comercial Whitewhale, cuyo sistema de negocio (“la magia del libre mercado”, que incluye comprar toda competencia y los medios críticos a la empresa) es explicado en un video institucional por dos infantiles muñequitos: Ollie (oligopolio) y Vert (integración vertical). Curioso que este comentario social se manifieste en personajes secundarios inestables e incapaces de hacerse cargo de su propia vida (como algunos pacientes en rehabilitación o los famosos sin asistentes); e incluso totalmente indiferentes a sus crímenes, la explotación laboral que promueven (como el jefe de Whitewhale) y al mundo fuera del internet (como la insoportable jefa de Diane o Pickles, la prometida de Mr. Peanutbutter). En contraste, los personajes principales (especialmente BoJack) atraviesan arcos dramáticos que los encaran, por fin, a las historias que se creen de sí mismos, al hábito de echarle la culpa a alguien más de los propios errores: en esta primera mitad de temporada, la posibilidad de ser una nueva persona existe y empieza perdonándose a uno mismo.

Sin embargo, a pesar del proceso honesto en el protagonista, el último capítulo abre una pregunta interesante: ¿realmente podemos dejar de lado todo el daño colateral que hemos hecho en nuestros peores momentos? ¿Hay verdadera posibilidad de ser nuevo y mejor? En temporadas anteriores, BoJack fue responsable (entre otras cosas) de que la directora Kelsey Jennings no fuera más tomada en cuenta para proyectos fílmicos (ahora se gana la vida haciendo comerciales, o como prefieren llamarlos los publicistas, “viajes inmersivos de product placement”), que Gina Cazador viva atormentada por el ataque en que casi la asfixia o (esto será crucial en la resolución de la serie) que Sarah Lynn haya muerto por sobredosis en su hombro. Tal vez la sobriedad, el equilibrio y su nuevo trabajo como profesor universitario de actuación no sean la conclusión de su historia. Hay mucho daño con cuyas consecuencias BoJack aún tiene pendiente lidiar en los últimos ocho episodios que se estrenan en Netflix este viernes. Imposible saber si el final nos dejará una sonrisa en los labios o un nudo en la garganta. Pero sí es seguro que el caballo más famoso de Hollywoo obtendrá lo que finalmente merece.
Aquí te dejamos el tráiler final. ¿Qué esperas que ocurra este viernes?
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