"Santiago": Fe después de la Guerra
- Adrián Huamán Araujo
- 23 oct 2019
- 3 Min. de lectura

Entrar a la casa del grupo teatral Yuyachkani (que en quechua quiere decir "estoy pensando, estoy recordando”) siempre es un evento místico. Pero nada puede compararse a entrar a esta antigua caballeriza en Magdalena y llegar, entre el olor a procesión del incienso, al atrio de una vieja iglesia, perdida entre los Andes peruanos. Nos reciben tres personajes: Armando, un comerciante que es el mayordomo del santo; Bernardina, una madre que espera el regreso de sus dos hijos; y Rufino, el guardián del templo que ha estado desde antes que el conquistador llegara y construyera encima.
A un lado, también espera un enorme caballo blanco con las patas delanteras en alto, uno de los elementos centrales de una puesta en escena que sumerge al espectador con paciencia en el conflicto central de la obra: sacar o no al santo patrón Santiago por las calles del moribundo pueblo, tras años de guerra y destrucción. Una excusa para mostrar los desbalances de poder o la discriminación que nos definen en un núcleo pequeño, así como el sincretismo entre la fe andina y la católica, en cómo pueden cohabitar el Santiago Mataindios (previamente, Matamoros) de los españoles y las visiones incas de Illapa, dios del rayo, el trueno y el relámpago.

"La obra es del año 2000, el momento en que Fujimori, por las movilizaciones populares, huye del país y renuncia por fax desde Japón. En esta coyuntura aparece 'Santiago', una complicada para Yuyachkani pues era amenazado por Sendero y controlado por el Estado: para unos éramos revisionistas y para los otros éramos terroristas", comenta la actriz Ana Correa, quien interpreta a la Madre, Bernardina. "Se había dicho que la guerra había terminado, pero quedaban muchísimos saldos de los que nos fuimos enterando años después con la Comisión de la Verdad. Y de hecho, la puesta dialoga sobre el país, su memoria y sus traumas profundos". Unos traumas duermen por momentos, pero que regresan, provenientes de la herida profunda dejada por una cultura que llegó nuevas tierras a imponer idioma, costumbres y fe a costa de masacre y saqueo.
En el espacio de "Santiago" conviven las imágenes católicas, el español, las velas, con los pagos a la tierra, el quechua, personajes y costumbres del imaginario andino. Illapa ilumina la Iglesia en repetidas ocasiones mientras la lluvia continúa y los personajes empiezan a revelarnos entre sutilezas muchos rasgos muy peruanos: la fe que devuelve esperanza a quien no tiene más, el dinero y costumbres que aseguran las posiciones de poder unos pocos, o la forma en que muchos otros han sido amordazados, despojados de sus historias, su pasado. "La guerra ha terminado, pero ¿cuándo comienza la paz?"
"Una de las cosas maravillosas del trabajo de grupo es el repertorio, el que nos está permitiendo, 48 años después de nuestra formación, compartir con las nuevas generaciones espectáculos que respondieron a su momento pero que no fueron coyunturales.", concluye Correa. "Hay un teatro para el público consumidor. Nosotros planteamos el otro, el de un público interlocutor, porque no hacemos teatro para dar mensajes. Creo que lo que más podemos aspirar es a hacer preguntas. Y las que se haga cada quien serán las pertinentes."
"Santiago" es una creación colectiva de Yuyachkani y Peter Elmore que va en la Casa de Yuyachkani (Jirón Tacna 363, Magdalena del Mar) de jueves a domingo a las 8:00 pm hasta el 27 de octubre. Bajo la dirección de Miguel Rubio Zapata, están en escena Ana Correa, Amiel Cayo y Augusto Casafranca. Pueden comprar entradas antes de la función en boletería, así como consultar y reservar via entradas@yuyachkani.org o entradas.yuyachkani@gmail.com y al teléfono 263 4484. Se puede consultar por precios especiales para grupos de estudiantes.
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